La quinta capital en la que que el Banco Intersubjetivo de Deseos abrió una sucursal fue en Caracas, Venezuela. En esta ocasión el proceso del trabajo se dio de manera distinta porque una parte significativa de las inversiones se dieron en el marco de un evento artístico titulado “Bienal de Arte al Aire Libre”. Con lo que se facilitaba la participación del público que se sentía cómodo participando; era la calle y sus transeúntes envueltos en una serie de actividades que conformaban el evento. Dentro de esa manera de aproximarse a las personas el BID colocó una mesa de depósito de deseos en varios espacios: La salida del Metro Bellas Artes en la Avenida Bolívar, la Plaza de los Museos, y el Parque del Oeste. Todos estos lugares eran transitados por un público popular, al que asistían espectadores de clase media. Además en esta ocasión el proyecto contó con ayudantes que multiplicaban la inversión de los deseos de los caraqueños.
Una vez concluida la Bienal, con más 100 de las monedas intercambiadas de un total de las 200 necesarias para conseguir la muestra representativa -0.1% de dos millones de habitantes- comenzó la deriva por la ciudad en busca de sus deseos. La urbe es un espacio con pocos espacios de identidad histórica; más bien está conformado por nuevas urbanizaciones, de tipo suburbios norteamericanos, con pocas plazas y muchos centros comerciales tipo “mall” y zonas populares más marginales en espacios públicos y servicios. Nos dirigimos al noreste de la ciudad, en busca de la clase acomodada que nos faltaba, llegamos a Altamira. Mantuve la colaboración de mi asistente, Zicri Colmenares, una joven estudiante de teatro que por su candidez y frescura entablaba fácilmente comunicación con personas que a mi me hubieran costado más trabajo, pues la clases altas siempre son más temerosas y cerradas frente al desconocido, sobretodo las personas mayores que se sienten más vulnerables. Ahí, en una placita de la zona, nos repartimos a los clientes y mientras ella invertía los deseos de las señoras mayores yo me entrevisté con un indigente. Quedé sorprendido de su amplia cultura y conciencia política, una persona que vivía en la calle y que se dedicaba a leer.
Después de este agradable encuentro seguimos buscando inversionistas por la zona. Fue posible detectar en las conversaciones la división que se daba entre chavistas y antichavistas, situación que alcanzaba a separar amistades y familias. Mientras en los espacios más populares dominaba la simpatía por el presidente, en los de las clases acomodadas el sentimiento estaba polarizado. Esto se expresó con más de un 1% de los deseos contra el presidente Chávez y casi un 2% dedicados a la unión de los venezolanos. Sin embargo el porcentaje de deseos para el país está en el promedio latinoamericano.
El deseo de Ser es el más importante en esta encuesta, es el principal objeto de deseo y en su porcentaje por lo menos duplica el del resto de las capitales visitadas. Con más de un 25% de los deseos de Caracas. En este orden los deseos de ser se comprenden en un considerable 5% que espera la felicidad, un 2% que busca la superación del ser a través de valores positivos como la sabiduría, la inteligencia, la libertad y la sensualidad y un 17% de deseos de reconocimiento por ser el mejor, el más famoso, el primero y más grande. Aquí los objetos de deseos de “Trabajo” y de “Ser” a veces se confunden, porque se siente muchas veces que más que la realización de la obra se desea ser exitoso y respetado: Ser alguien reconocido.
La recolección de deseos resultó sencilla, en comparación con las otras ciudades. En Caracas la apertura de las personas a comunicarse en el espacio público se acerca algo a la explosiva participación en la Habana, me parece que ese carácter tiene que ver con la compartida cultura caribeña. El caraqueño(a) es cálido y abierto a una conversación con un extraño.
Al final del viaje tuvimos una terrible pérdida, pues en la casa dónde me quedaba entraron a robar y se llevaron mi computadora con todo el registro fotográfico. Nada se salvó pues ya había vaciado todas las fotos de mi cámara digital. Lo peculiar de la historia es que apareció una foto sin borrar en la cámara: La de un piaroa, en las riberas del río Orinoco del amazonas venezolano, diciendo su deseo: “Yo deseo la montaña Autana”. Ese cerro es el origen del mundo en la cosmovisión piaroa, no podemos interpretar qué quería decir con eso más que su adoración a la montaña sagrada. Sea este pues, el único documento gráfico de la deriva venezolana del deseo.